Filosofía para bufones




Pedro González Calero, profesor de filosofía que antes fue barrendero, ha escrito Filosofía para bufones (editorial Ariel) que más bien se debería titular Filosofía de bufones, pues los filósofos, más que los lectores normales, tienen mucho de excentricidad bufonesca, como bien describe este anecdotario filosófico.
Es un buen libro para iniciar a los jóvenes en el apasionante mundo de la filosofía. De hecho ya hemos incluido esta referencia en la línea de investigación in fíeri Filotic titulada “Humor y filosofía“.
No se pierdan en el libro las tremendamente interesantes 20 caricaturas de los filósofos pintadas por Anthony Garner, aludiendo a sus bufonadas.
Tras las caricaturas y las perlas les dejo con los divertidísimos bufones que son los Monty Python mofándose de Sócrates, Kant, Hegel, Wittgenstein,… ¿por qué en España no se hacen cosas así?


"Cuando le preguntaron qué razón encontraba él para explicar el hecho de que la mayoría de la gente socorra con una limosna a los pobres, pero no a los filósofos necesitados de ella, Diógenes respondió: -Es que la mayoría de los hombres creen que alguna vez podrían verse en la situación de los pobres, pero no se imaginan en la de los filósofos. (p 48)".


"De la supuesta sabiduría de Hegel dijo Schopenhauer que no era más que una payasada filosófica, un galimatías repugnante, un oscuro encadenamiento de insensateces y disparates que a menudo recuerda a los delirios de los enajenados. (p 133)".


"Tales de Mi­le­to, qu­i­en pa­sa por ser el pri­mer fi­ló­so­fo de la his­to­ria, y a qu­i­en se at­ri­bu­ye ha­ber dic­ho que to­do pro­ce­de del agua y que ése es el ele­men­to co­mún a to­das las co­sas, sos­te­nía tam­bi­én que no ha­bía ver­da­de­ra di­fe­ren­cia ent­re la vi­da y la mu­er­te. A pro­pó­si­to de es­to, al­gu­i­en le pre­gun­tó una vez:
-Y si no hay di­fe­ren­cia, ¿por qué no te mu­eres?
-Por eso -con­tes­tó Ta­les-, por­que no hay di­fe­ren­cia".


" Alguien ad­vir­tió una vez a Sóc­ra­tes de que un ve­ci­no su­yo iba hab­lan­do mal de él por ahí. Y Sóc­ra­tes se li­mi­tó a co­men­tar:
-No me ext­ra­ña que hab­le mal de mí por­que nun­ca ap­ren­dió a hab­lar bi­en."


"Cuando un al­fa­re­ro con­sul­tó a Sóc­ra­tes sob­re qué ha­cer, si ca­sar­se o per­ma­ne­cer sol­te­ro, Sóc­ra­tes le acon­se­jó: -Ha­gas lo que ha­gas, te ar­re­pen­ti­rás".






















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