Paparrigópulos



Sabía que hay que aprender a ver el universo en una gota de agua, que con un hueso constituye el paleontólogo el animal entero y que con un asa de puchero toda una vieja civilización el arqueólogo, sin desconocer tampoco que no debe mirarse a las estrellas con microscopio y con telescopio a un infusorio, como los humoristas acostumbran hacer para ver turbio. Mas, aunque sabía que un asa de puchero bastaba al arqueologo genial para reconstruir un arte eterrado en los limbos del olvido, como en su modestia no se tenía por genio, prefería dos asas a un asa sola -cuantas más asas mejor- y prefería el puchero todo al asa sola.

Niebla, Miguel de Unamuno.

6 comentarios:

deboh dijo...

me gusta, me gusta también jaja

Anónimo dijo...

Unamuno pone el personaje de Paparrigópolus como un antagonista a la ideología que presenta y domina su "nivola", Niebla. Ridiculiza a los llamados "empiristas" o "positivistas" que absolutizan el valor del conocimiento ante el del saber (que viene de sabor). Para Unamuno, gente como Paparrigópolus, que no se atreve a lanzarse a crear o, incluso, imaginar e intuir, no vive realmente, sino que se escuda buscando el conocimiento vacío, por carecer de sentido profundo en sus vidas.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Considero esto, lo único verdaderamente sabio en la figura de Paparrigópulus. Cientifizar el amor es ridículo, para quienes han amado, e incluso para quienes creen que lo han hecho, suena esto como una tontería. La búsqueda que hace el hombre, mencionado en este evangelio (me atrevo a llamarlo de esta manera) es una verdad absoluta, parte de la humanidad y su naturaleza más que del personaje de Paparrigópulus. Se representa el anhelo insatisfecho del hombre por el indagar más allá de lo evidente, y me encanta que se vea representada esta sabiduría en el libro, aunque me molesta que sea representada por esta figura cínica e hipócrita, de un erudito científico-empirista, que demostrado en el libro, no lleva a fondo su conocimiento, ya que no logra traspasar su propia barrera mental, su ser superficial, para integrarla a su esencia y verdadera condición humana.

AvE dijo...

Completamente de acuerdo, y me saco el sombrero ante semejante comentario, con el señor de arriba, Diego Urquiaga.

Anónimo dijo...

El tema es, hoy, que ya no "preferimos", sino que "necesitamos" de la segunda asa y del puchero completo. Finalmente, Miguel de Unamuno pone estas palabras en Paparrigópolus porque ve el vicio a que nos ha llevado este empirismo desmedido. Este vicio es todo lo contrario a lo que Diego menciona como "el deseo de ingdagar más allá de lo evidente", sino más bien la necesidad insegura de amarrarnos a lo ello por no aventurarnos en la niebla de lo que es sólo posible de encontrar transparentando lo objetivo/evidente/concreto/empírico.
Todo, acompañado de una falsa humildad, que emana del "como en su modestia no se tenía por genio", y es gran parte de lo que hoy nos bloquea en nuestras verdaderas posibilidades de crecimiento: acostumbrados a que nos califiquen de buenos o malos, inmersos en un sistema que no tiene por qué ser universal ni mucho menos y que no sabe realmente explotar las habilidades de todos; si nadie nos llama "genios" o prodigios, si ninguna calificación nos lo confirma; entonces nos sumimos en una mediocridad autoimpuesta, nos creemos "del montón" y no buscamos más allá por miedo a equivocarnos y ser tildados, ya no de promedio, sino de tontos, por aventurarnos en el saber y no en el conocimiento.
Ahí radica la ridiculización de esto, que se disfraza de sabiduría, pero que llega así sólo porque así nos lo han enseñado y no hemos sido capaces de confrontarlo. Por favor, no nos quedemos en lo básico y busquemos más... Esto es verdaderamente "ver el universo en una gota de agua".

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