La poética de los muertos

 Escribo como quien va a la muerte, como quien murió hace tiempo.
 Escribo desde un laúd del siglo quinto antes de Cristo.
 Escribo para que se asusten, para que lloren.
 Escribo intentando trascenderme.
 Escribo desde el fondo de un pozo, viendo a los sepultureros levantando la tierra, sosteniendo la pala, hipnotizados por el crujir de la grava, en silencio, sin vida. Los veo ejercitando su oficio a plena luz del día, por la mañana, entre robles y flores que vinieron a resucitar a los muertos. Los veo transpirando la tumba, dejando su huella sobre mi sarcófago de tierra. Uno se limpia el sudor de su frente con el codo uncido en santa transpiración de vida y el otro clava la pala profundo, hondo,y descansa sobre ella, en actitud de rezo, contemplativo su rostro, finalizando el mantra, disponiendo mi última morada.
 Escribo tranquilo, midiendo cada palabra, exigiéndole espíritu a mis letras.
 Escribo desde las sombras, desde la mierda.
 Escribo un réquiem para los muertos.
 Escribo en un castillo de Austria, en la habitación más austral y alta, acompañado de un candelabro y una copa de frío vino, mirando la niebla que se acumula en la ventana, coronada de blancos laureles de invierno. Escribo con una mano con gota, agarrotada, mientras una gota de sudor, tras mis ropas, me recorre la espalda.   Escribo en burocracia, para mi señor y súbditos, para las infinitas habitaciones de mi castillo. Escribo entre el canto y la risa: espero a Rosaura.

1 comentarios:

LokoPoeta dijo...

"Escribo intentando trascenderme".

Listo, cerremos todo.

L.K.P.

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