Aclara, clarea el alba


La vida brilla mientras los sueños vagan. ¿Y qué es un sueño? ¿y qué es la vida? y qué brilla? ¿Qué contempla los márgenes del río, cuando este se va a acostar? Los paisajes de ensueño se meten en la mente, y el cielo, el amado y abandonado cielo, a veces se disuelve en los pensamientos de acá.
Pero no: existen, son bellos, destellos, recreación, y en la espina, ¡En el cuello!, un gris amarillento. Quizás sean guarida de los elfos, quizás sean un bosque; verde, gris, otoñal bosque. Quizás no sea mas que un lago, un serpenteante lago que inunde de belleza las hojas sueltas que vaguen por su pelo.
El cielo existe, pero no es cielo, es recreación de la mente en este terreno. Qué digo ni que callo, ni que susurro canto cuando hablo. Nada entienden los que me escuchan: ni yo mismo lo hago. Dudas - dudas - dudas, y un cielo que despierta. Dudas / dudas / dudas, y un amanecer que clarea.
Sobre el monte, en su paisaje, mañana estoy. Pero no, no quiero un simposio de letras que me carcoma mientras tanto.
Habla el inconciente y oigo sus bagajes. El arrullo de las hojas que me cantan etéreas melodías, (balsámica tríada de lunáticas), baladas de esperanza, y el amanecer que ya no siente, que ya naranja, carcome las copas de la mente. Baladas, música, y guitarra, y el laúd y el arpa que resuenan, tocados por míticos seres, y una escalinata de mármol blanco casi tapado por las hojas y raíces y musgos y naranjas verdes. Y ya clareó, y ya no sueño, y ya me invade el arrepentimiento: de haber dejado plasmado en estas hojas, las ansias de caminar por los prados de la muerte, ¿O de la vida?...
¿De que vale la esperanza, si ella solo se enfoca, en esperar la muerte, para subir la escalinata?.

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