César Gonzales: Un poeta y escritor desde la cárcel


ASÍ ES EL VIEJO OFICIO DEL POETA


En marzo, recuperó la libertad y de inmediato se inscribió en la Universidad de Buenos Aires para cursar la carrera de Filosofía. Hoy se define, sin rodeos, como “poeta” y reconoce el modo poco ortodoxo en que descubrió su nueva profesión: “Necesitaba materializar tanta necesidad de desahogarme, darle forma a todo eso.

Empecé a escupir en una hoja sin saber bien qué nombre tenía eso que estaba escupiendo”. Honestidad brutal, sin dudas. A pesar admitir que no es un especialista en poesía, supo elegir importantes plumas como punto de partida para su producción propia.

“Mi referente es Oliverio Girondo. Fue un revolucionario, se atrevió a hacer un lindo quilombo con el estilo poético y diciendo cosas interesantes. Después te puedo nombrar un poco de García Lorca, un poco de Bukowski y mucho de la poesía de Los Redondos.

El Indio Solari es una gran influencia para mí”, relató enumerando a sus autores favoritos elegidos bajo un criterio sumamente ecléctico. La literatura le llegó por mera casualidad.

“Los libros entraron en mi vida gracias a Merok, un mago que daba cursos en los institutos de menores de Capital. Él enseñaba en el taller venciendo prejuicios e indiferencias adentro de los pabellones.

Nos enseñaba un truquito y nos hablaba de Rodolfo Walsh, del “Che” Guevara, de Eduardo Galeano, de los Túpac Amaru”,
describió el rito inciático que lo acercó a la lectura.

Luego, comenzó a agregar nuevos títulos y autores bajo su propio discernimiento. Es consciente de que “si no fuera por la literatura, ya estaría muerto y sería un número más en los legajos policiales”.

También que para él antes de tener este trato íntimo con los libros, si le consultaban quién era Rodolfo Walsh, hubiera respondido “un jugador de fútbol”. Además, plantea como una solución posible para prevenir acciones delictivas “inundar de cultura la villas”. Planteo razonable y para tener en cuenta.






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